Crear recuerdos con alguien significa no poder desapegarse del valor sentimental que adquieren ciertos objetos, días, y lugares. Y ojalá, ahora mismo tuviera más presente otros de mis muchos recuerdos, porque los que cree contigo aparecen de repente como el rocío de la madrugada que desaparece al terminar la mañana, y cuando llegan no es la felicidad la que me visita.
No me arrepiento de nada de lo que hicimos y aprendimos el uno del otro, pero ahora tu cara me recuerda a todo lo que di de más y que no recibí de vuelta, me recuerda y proyecta devuelta en mí, mi falta de límites. Me recuerdan a un momento de mi vida donde te puse por arriba de todas mis prioridades, porque tenía la esperanza de que algo lindo saliera de ahí, y la necesidad de ser elegida por alguna vez en mi vida termino ganándome. Y cuando todo el mundo me decía que volvería a mí, lo hice, pero volví destrozada, y no extrañaba para nada este sentimiento. Aun así, te quiero tanto que hubiera preferido que otra persona fuera responsable de mis lágrimas y no tú.
Quisiera poder odiarte, pero como puedo odiar a la persona que me hizo sentir otra vez después de tanto, que después de años con bloqueos emocionales me conecto con la delicadeza y mi sensibilidad otra vez, la persona que me hizo conectar nuevamente con la debilidad, con el llanto. Abrí esta puerta con todo el amor del mundo y ojalá que cuando esté lista también pueda cerrarla con todo el amor del mundo, porque no es justo que una mala experiencia me prive de sentir cosas bonitas por alguien más, que me prive de querer mucho, que me prive de confiar en otra persona. No te lo mereces, pero yo tampoco me lo merezco.
No de la mejor forma, pero aprendí que la clave está en saber a quién querer así, a quién entregarle tu todo porque sabes que recibirás su todo. Porque no cualquier persona es digna de eso. Y si vas por ahí regalando todo el amor que tienes para dar, los haces creerse merecedores de ese tipo de amor mientras ellos son mediocres con el amor que dan, y no a cualquier persona se le puede dar ese lujo. Si quieres bonito, mereces que te quieran bonito.
Y aunque me cuesta aceptar que el error fue mío, tú no fuiste el malo, la mala fui yo por darte algo que ni me pediste ni querías.
¡Hola! Soy Dom, y después de mucho tiempo debatiendo si debía escribir en Substack, aquí les traigo mi primer post de “¿Me traes la cuenta?”
Este nombre surge en torno a usar esta frase como una metáfora. Al igual que en un restaurante cuando pides la cuenta al final de una comida para saldar la deuda, aquí buscamos "pedir la cuenta" sobre experiencias pasadas, reflexionando sobre las lecciones y aprendizajes que nos han dejado. Es un espacio donde compartir reflexiones personales, aprendiendo de esas experiencias, como si cada una de ellas tuviera un costo, es decir, el aprendizaje con el que nos toca “pagar” esa experiencia.
Y si llegaste hasta aquí, muchísimas gracias por leerme.
<3
🥹🥹👏🏼
No sé cómo explicarlo exactamente, pero leerte fue como un abrazo suavecito justo donde más me dolía. Tu texto me llegó al corazón de una manera que pocas cosas lo hacen. Sentí que alguien, sin conocerme, puso en palabras emociones que yo misma no había podido ordena, como si de pronto no estuviera tan sola en todo esto que he sentido.
Porque si también fui esa persona que dio más, que esperó desde el amor, que priorizó a alguien mientras se dejaba al final. Y aunque duele, también reconforta saber que no soy la única.
Gracias por compartirlo. Por ser valiente y ponerle nombre a lo que tantas veces nos guardamos. Me hiciste recordar que hay belleza incluso en lo que duele, y que sanar también es poder decir: “ya entendí, y esta vez me elijo a mí”