4:32 de la tarde, recostada frente al mar de Jávea, te escribo otra carta. Otra que no leerás.
Estoy haciendo el viaje que hace un mes pensábamos hacer juntos, solo que sin ti. La vez que en el parque me dijiste que nos fuéramos a Valencia algún fin de semana largo de mayo, solo con una condición; siempre y cuando yo me encargara de hacer la playlist para el trayecto de 3 horas.
Me sorprendía como decías que no tenías buena memoria, pero de alguna forma siempre recordabas con detalle todo lo que se escapó de mi boca con demasiada antelación. Me hizo sentir especial. El nombre de mi blog de Substack, mis flores favoritas, mi obsesión reciente con el pistacho. Me sentía en paz dejándote conocer esos pequeños rincones de mí, que aunque pueda parecer insignificante, no todos tienen ese privilegio.
Antes de escribir esto, me quede dormida escuchando el sonido de las olas, sonido el cual me contaste que era de tus favoritos. Por eso sentí ese llamado a escribir sobre ti, por cuarta vez.
Si no hubieras sido un cobarde, tú serias el que estaría recostado a mi lado, y no mi hermano. Un cobarde, porque es de cobardes despertar el amor en una persona a la que no quieres arriesgarte a querer. —Sus palabras, no las mías.—
Al principio, me aferraba con demasiada fuerza a la esperanza de que volverías a mi vida, de que me escribieras, de que llamaras, de que de alguna forma nos reencontraríamos, porque yo sentía que esto estaba destinado a ser. Pero poco a poco voy perdiendo la fe, porque cada día que pasa busco menos tu carro en las calles, ya no sueño contigo, y oculte las pocas fotos que llegamos a tener juntos.
Cada día que pasa recuerdo menos tus facciones, el acento francés en tus palabras, y el color de tus ojos cuando les daba el sol. Y me duele que el último recuerdo tuyo que tenga es de tu cara mientras me despedía de ti con un último beso para no volverte a ver nunca más. Quería que te quedaras a vivir, pero te toco ser turista.
Se repiten en mi cabeza todas nuestras citas, las cuales desafortunadamente recuerdo con demasiado detalle. El viaje en moto, en el que nos metimos en un túnel en el que no podíamos entrar, los besos antes y después de que me pusieras el casco. Pararnos en medio de la acera porque querías comprobar que mi pintalabios no tuviera sabor, porque según tú; mis besos tenían cierto dulzor, y comprar pistachos mientras estaba distraída porque te conté como en ese momento eran mi última obsesión.
¿Existirá algún universo paralelo en el que logramos hacer todos los planes que nos quedamos sin hacer? El viaje a la playa, o el pícnic para cuando en Madrid dejara de llover.
¿Por qué me prometiste días junto a ti si ya sabias que no teníamos futuro?
¿Qué habrás hecho con las fotos que me tomaste? ¿Las borraste, o siguen en tu galería?
¿En algún momento te habré hecho sentir que tenías que mentir? Pudiste evitarme todo este dolor si simplemente me hubieras dicho que no sentías lo mismo desde el inicio.
Nunca te desearía el mal —o por lo menos, eso intento— pero espero que encuentres a alguien que te haga sentir exactamente como me hiciste sentir a mí. Que te suban a la mejor atracción de tu vida, y que de repente se quede sin energía mientras tú estás arriba. En una nube de euforia, de la que te dejen caer sin avisarte.
Si hubiera sabido que ese sería el último beso que te daba, despidiéndonos después de la última cita te hubiera besado mil veces más. Ahora tengo que vivir con un antojo eterno de besos con sabor a pistacho.
En mi cabeza se quedará grabado como después de cada beso, nos dábamos otro más porque se sentía como si uno solo no era suficiente, pero al parecer tú sí tuviste suficiente.
Si llegaste hasta aquí, muchísimas gracias por leerme.
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“Que te suban a la mejor atracción de tu vida, y que de repente se quede sin energía mientras tú estás arriba” 🔪💔😭
Mientras lo leía se sentía como “ si supiera que aquel era el ultimo beso que te daba, te juro que nunca me despegaba “ 🩵